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domingo, 17 de mayo de 2015

AQUELLA PLAYA

Había dejado la taza sobre la mesa de salón, sus dedos viajaban sobre el teclado a la misma velocidad que sus emociones y sus emociones eran aún más rápidas que su pensamiento. Las risas aun resonaban en su cabeza y el suave calor del sol de los últimos días de verano aun lo sentía en su piel, igual que el frío de las olas que al morir en sus pies le producían un vértigo difícil de explicar. Momentos antes, sentada en aquella playa sin gente, con el viento alborotando sus cabellos, con los ojos fijos en el horizonte y ese sentimiento que le producía el mar, que le hacía sentir que se fundía con él, se había sentido viva. Era su playa, en aquellos momentos del año en los que ya no quedaba más que algún veraneante despistado, cuando la playa se vaciaba pronto y podía ir a pasear por la orilla, sentir la arena fundirse bajo sus pies al romper las olas, ese mar que era como sus emociones. A esa hora, al caer la tarde, tenía un color plomizo, con destellos de un negro azulado, con olas bajas pero fuertes, que rompían con fuerza para terminar diluyéndose con suavidad....Por un instante la placidez la inundó y la felicidad se convirtió en suave caricia que recorrió su cuerpo. El café se quedaba frío. Ella se empezaba a conocer. Rg. (Al pop corn. Marzo 2015)


Foto. Rg



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