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viernes, 18 de marzo de 2016

Frío placer






Tirada en la cama oía los grillos en su cabeza. Hablaban todos a la vez, queriendo hacerse escuchar unos por encima de otros, se contradecían. Ella se contradecía, se escuchaba y a la vez no quería oírse, le dolía lo que hacía pero todavía más le dolía el no poder dejar de hacerlo. Sus acciones eran como cuchillas rasgando la suave piel de sus muñecas. Sentía la tibia sangre correr por sus brazos, mientras los grillos susurraban. ¿Cómo parar todo aquello? ¿Cómo cumplir lo que todos los días se prometía no volver a hacer? Sintió miedo por esa soledad enfermiza que la abrazaba, que a la vez la despojaba de todo y  le hacía sentir un frío placer. Rg (Al pop corn. Enero 2016)