Volvió a mirar la foto. La carta había llegado aquella mañana; la habían dejado encima del felpudo de la puerta trasera. Seguramente alguien que había pasado por la oficina postal, y su casa le quedaba de paso. A la gente le gustaba hacer ese tipo de favores, sin saber que muchas veces hay cartas que es mejor no recibir. Y allí estaba la foto, allí estaba ella, rodeada de un montón de gente, de conocidos desconocidos, de amigos sin amistad. Era una foto técnicamente perfecta pero emocionalmente imperfecta. Ella prefería la emocionalidad, "el traje de etiqueta del alma". Su alma siempre vestía de etiqueta. Guardó la foto en un cajón y deseó saber silbar. Rg. (Al pop corn. Marzo 2016)
Foto. Rg
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