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jueves, 10 de septiembre de 2015

SUS MANOS

Hacía tiempo que no se veían. Esa mierda de vida que llevaban, hacía que faltase siempre tiempo para verse. Allí estaba, como siempre, sentada en las escaleras del teatro, con la cabeza agachada. No le hizo falta ver su cara, ni mirar sus ojos, le bastó con mirar sus manos para saber cómo estaba. Sus palabras eran ella, pero sus manos eran su verdadero yo, poca gente lo sabía. Se plantó delante de ella y sin esperar a que levanta se la cabeza, se agachó y la abrazó muy fuerte, intentado soportar un poco de su dolor. Rg. (Al pop corn. Abril 2015)

Foto. Rg


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